CONTADORES QUE CUENTAN: ALFREDO
Cuando llega la misión del Fondo Monetario me llamaron para asignarme Angola. Pero eso se demoró por cuestiones burocráticas y terminé yendo a Guinea Bissau.
Mi primer trabajo fue cuando yo había ingresado a estudiar Ciencias Económicas y mi padre, con las características de un hombre de aquella época, pensaba que un hombre de 18 años que estuviera en la casa sin trabajar era inadmisible, entonces me consiguió un trabajo en una fiambrería, doble horario. Estaba en la caja y ayudaba al contable, yo marcha con los libros para poder aprovechar un poco el tiempo. Al segundo año se abrió el concurso en el Banco República y presenté todas las cosas, di concurso con 600 personas e ingresé al banco. En 1967, por una disposición constitucional, se crea el Banco Central y yo pasé a trabajar allí. Al principio no teníamos cede, estábamos en el Banco República. Tuvimos que crear el Banco Central desde cero, crear las áreas, ¡todo!
Cuando cae el bloque soviético, el Fondo Monetario llegó a Uruguay con una misión. Vino a entrevistar en el Banco Central a personas que tuvieran conocimiento sobre contabilidad, supervisión bancaria, y demás. Nos entrevistaron a varios, pero lo importante era que había que tener disposición a viajar. A mí me ayudó incluso haber estado en el Banco Central desde su fundación. Mi misión fue a Guinea Bissau, que era una ex colonia portuguesa. Guinea significa “tierra de negros” y lleva el nombre Bissau porque es el nombre de la capital y del río que pasa por allí. El idioma oficial es el Portugués, que es hablado por un porcentaje relativamente chico de la población, también está el Creol, que es una mezcla entre el portugués y varias lenguas indígenas. Yo comprendí que en África, si le quitas la fronteras que fueron impuestas por los colonizadores, está lleno de tribus, con sus costumbres y sus rivalidades. Cuando yo estuve era un régimen semi presidencialista, el que estaba era un militar. Cuando él aparecía había una procesión detrás y todo el mundo se abría para darle paso. Había una especie de parlamento, pero no es la misma división de poderes que tenemos nosotros. Era algo híbrido, la justicia estaba muy en pañales. Ellos tenían ayuda del bloque soviético, en el Estado se concentraba todo. Cuando cayó el muro de Berlín, pasaron a un régimen más o menos capitalista. Y ahí fue que el Fondo monetario se hizo cargo y llegó a Uruguay.
Cuando llega la misión del Fondo Monetario, yo al principio pensé que quedaría en la nada. Pero me llegó un llamado: me asignaban Angola. Yo pasaba a ser empleado del banco a donde iba y tenía que reportar informes al Fondo Monetario. Pero eso se demoró por cuestiones burocráticas y terminé yendo a Guinea Bissau. Yo fui en el 90, 91.
Tuve que conversarlo con mi señora, ella siempre me ha apoyado en todo, pero la verdad era que eso era una decisión difícil, porque en primer lugar uno piensa que va a conocer el lugar y ver si después ella puede viajar. En esos casos se contempla toda la familia. No solo hay que tener la voluntad, sino las condiciones. La primera vez me fui por un año.
Yo viví en ese país y me integré con todo el mundo. Primero me iban a dar casa, pero yo pensé que en el hotel estaba bien, tenía más posibilidades de conocer personas allí. Era un hotel Sheraton, pero no como los que están en este país, es un hotel que está bien. Y con el tiempo me dieron un auto. Ahí la gente camina, en aquel momento no había ómnibus, lo que sí había era un sistema de taxis donde se subían varias personas. Y yo iba solo en el coche, entonces iba por las paradas y si veía una señora con un niño, por ejemplo, los llevaba. A veces tenés que soportar situaciones un poco incómodas, por alguna diferencia en la higiene, por ejemplo. Las viviendas de ellos eran de barro y con techo de pajas o similares, les decían “tabancas”, pero mirá que yo fui a esas viviendas, de empleados de bancos, y estaban tremendamente prolijas. Otra cosa que me llamó la atención es que hay muchos niños, descalzos, con poca ropa, pero ninguno está durmiendo en la calle. Es un país muy pobre, pero es una “pobreza digna”. Una vez iba cruzando una plaza y alguien me grita “¡Francescoli!”, porque en aquel momento ese jugador de fútbol jugaba en el mundial. A mi me saludaba la gente, y no andaba con miedo, salía de noche que allá no hay luz, pero jamás me pasó nada.
Ellos son muy afectuosos, más aún si les caes bien, te abrazan y te besan. Había algunos extranjeros que eran muy críticos con el estilo de vida de los del país, yo pienso que no se puede ser así, a mí no me gusta que vengan acá y critiquen Uruguay, menos si es en forma despreciativa, entonces allá yo hacía lo mismo. Ellos, además, se daban cuenta, a varios no les renovaron el contrato, pero a mí me invitaban a cumpleaños, a casamientos, incluso a velorios. Y yo iba, he ido a iglesia católica, a protestante, allá muchos son animistas. Cuando alguien fallece, los animistas hacen una reunión grande, con comida. Consideran que todo lo que tenía el difunto tiene que ser destinado a esa celebración, es como una especie de homenaje. Una vez me invitaron a cenar y allá la dieta básica es el arroz; me acuerdo que hicieron pollo y arroz, como yo era el invitado tuve que servirme primero y agarré una presa de pollo y un poco de arroz, a ellos les llamó muchísimo la atención porque hacen justamente lo contrario, es más, el pollo podía no estar.
Allí hay muchos niños, yo salía a correr y veía grupos de niños jugando al fútbol pero no tenían pelotas, usaban lo que encontraban, botellas por ejemplo. Entonces yo me iba al mercado y buscaba pelotas de gomas. Después salía con una bolsa colgando en la espalda y cuando encontraba un grupo de niños, les tiraba la pelota. Una vez viene una señora y comienza a hablarme en Creol, a hacerme reverencia, uno de los niños me explicó que me estaba dando las gracias por las pelotas. Y después los niños me reconocían, cuando yo pasaba corriendo, y me seguían, si yo hacía algún ejercicio con las manos, ellos hacían lo mismo, ¡era maravilloso!
Fui dos veces, en dos misiones. Cuando terminé el primer año me quisieron renovar el contrato, pero yo necesitaba volver a casa, con mi señora. Ella me fue a visitar por unos dos meses (no agarró la mejor temporada, porque había unos 30 grados pero una humedad tremenda. En el hotel tenés hasta demasiado frío pero salís y el impacto era tremendo), cuando nos despedimos yo estaba destruido. Pero casi al año me llamaron de nuevo y ahí otra vez a charlar con mi mujer. La segunda vez fui menos tiempo.
Al volver a Uruguay fue… ¿cómo te lo explico? Yo veía imágenes de Guinea Bissau, se me venían imágenes. Tienen determinados valores, nosotros también tenemos, eso no los hace ni mejores ni peores. Nosotros, en nuestros países tenemos nuestros errores, por ejemplo en aquel momento que tenían ese presidente dictador, yo les decía ¿se creen que no hemos tenido dictadores en Uruguay? Somos iguales, en amor, en odio, en celos. Tenemos costumbres diferentes nada más.
Artículo escrito para Memory. Pertenece a una serie de entrevistas a Contadores que tienen un hobby, una pasión o un trabajo adicional.
El artículo fue escrito en el 2016 y el original puede encontrarse aquí.