En 2011 me fui a Singapur, me subí a un crucero y estuve seis meses trabajando como fotógrafa. Ahorré todo lo que pude para después poder seguir viajando, así que cuando se terminó mi contrato, me fui por dos meses y medio a Europa. Fue mucho tiempo lejos de casa, pero tenía 25 años (de hecho, cumplí los 25 en Holanda) y todas las ganas de vivir aventuras. Quería tener una de esas vidas extraordinarias.

 

En el medio me enfermé, me fui a Europa del Este con vómitos y no pude probar sólidos por casi dos semanas (a todo esto, mi seguro médico no me cubría en algunas de las ciudades a las que llegué). Y al final de ese euroviaje decidí que necesitaba cariño de familia, así que me fui a Barcelona, a la casa de una muy amiga de mi mamá (a la que le digo tía).

 

Yo creo que fue esa necesidad de algo familiar por lo que fui de cafetería en cafetería escribiendo esta historia de amigas de toda la vida. Yo tengo a las mías (para las que está dedicado el libro) y a veces pienso en lo increíble que es que en algún momento hayamos coincidido y nos hayamos elegido: es que somos muy diferentes.

 

La historia surgió como un guion, era algo entre una comedia romántica y una sitcom que años después retome con la intención de explorar más esos personajes. La situación disparadora fue: un grupo de amigas dispares y una de ellas que ya no se siente parte del grupo, ¿cómo reaccionarían si estuvieran encerradas por un tiempo? Y un casamiento pomposo se me ocurre como el peor de los escenarios cuando la protagonista le huye al amor como a la peste.

 

Pasar la historia a una novela fluyó. Fue divertido y hasta me reí de las ocurrencias de esos personajes como si no hubieran nacido en mi cabeza. ¡Espero que a ti también te diviertan esas ocurrencias!